sábado, 7 de febrero de 2015


El clima del Sahara ha sufrido enormes variaciones en el tiempo, oscilando desde estado húmedo hasta seco durante los últimos cientos de miles de años.14 Esta variabilidad se debe a un ciclo de 41 000 años en el que el eje de la tierra cambia entre 22° y 24,5°.15Actualmente (año 2014), nos encontramos en un período seco, pero se espera que el Sahara vuelva a ser verde en unos 15 000 años (hacia el 17 000).
Durante la última glaciación, el Sahara era aun más grande de lo que es hoy en día, extendiéndose hacia el sur más allá de sus límites actuales.16 El final del período glacial trajo más lluvia al Sahara, a partir del año 8000 a. C. hasta el 6000 a. C, quizá debido a la existencia de áreas de baja presión sobre las capas de hielo polar del norte.17
Una vez que las capas de hielo desaparecieron, el norte del Sahara se secó. En el sur del mismo, no obstante, la tendencia hacia mayor sequedad pronto fue contrarestada por el monzón, que trajo lluvia más hacia el norte de lo que lo hace hoy en día. En este período, todavía existía un clima monzónico en el Sahara. Los monzones se forman al calentar el aire sobre la superficie de la tierra durante el verano. El aire caliente sube y atrae el aire frío y húmedo del océano, que provoca lluvia. Así, aunque parece contra intuitivo, el Sahara era más húmedo cuando recibía mayor Insolación en el verano. Esto era provocado por una inclinación del eje orbital más fuerte de la que existe actualmente (24,5 grados de inclinación frente a los 23,4° actuales),15 teniendo lugar el ápside en julio hacia el año 7000 a. C.18
Hacia el año 4200 a. C., el monzón se retiró hacia el sur, en el entorno donde se encuentra hoy en día,19 conduciendo hacia una progresiva desertificación del Sahara.20 El Sahara es ahora tan seco como era hace unos 13 000 años.14 Estas condiciones son responsables de lo que se ha venido a conocer como la teoría del bombeo del Sahara.
En general, se considera que en la actualidad el Sahara tiene uno de los climas más severos del mundo. El frecuente viento norte-este suele provocar tormentas de arena y mini tornados.21 Cuando este viento alcanza el Mediterráneo, se conoce como siroco y suele alcanzar velocidades de huracán en el Norte de África y en el sur de Europa. La mitad del Sahara recibe menos de 20 mm de lluvia al año, y el resto recibe no más de 100 mm anualmente.22 Las precipitaciones tienen lugar de modo muy poco frecuente, pero cuando ocurren suelen hacerlo torrencialmente, normalmente tras largos períodos secos. La frontera del sur del Sahara, medida por la cantidad de precipitaciones, ha avanzado y después se ha retirado entre los años 1980 y 1990. Como resultado de la sequía en el Sahel, la frontera sur se desplazó más hacia el sur, al menos 130 km durante ese período.23
Las señales más recientes indican que el Sahara y las regiones circundantes están haciéndose cada vez más verdes como consecuencia de un aumento de las precipitaciones. Las imágenes de satélite muestran que un reverdecimiento del Sahel ha podido haber tenido lugar entre los años 1982 y 2002, y tanto en el Sahara oriental como occidental se ha observado una tendencia de más de 20 años de incremento de las áreas de pasto y el florecimiento de los árboles y matorrales. Destacan en este sentido las observaciones del climatólogo Stefan Kröpelin.24

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